Y creo que
por eso llega Nantes. Como un
recordatorio de todo lo que pienso reconocer pero que en realidad nunca he
conocido. Quizás nunca llegue a sus
plazas, pero qué bien se siente nombrarlo: Nantes, Nantes, Nantes. Caminaría por sus callados espacios. Compraría un periódico de alguno de los
puestos de la calle. Y así, lento,
llegaría hasta algún banquito a apreciar todo lo que no sé no sólo en francés
sino del mundo como tal.
Inspiraciones de Nantes en la Web: