Coincidí con Rómulo al menos dos veces por semana durante los primeros meses de la universidad. Luego, ya para el segundo semestre de aquella clase de español, esas dos veces por semana se multiplicaron por dos y a veces por tres, aunque pocas veces por cuatro. Era todo basado en pequeños encuentros de risa y de conversaciones raras sobre cosas nuevas que surgían del crecimiento... era una cosa de otro mundo al fin vivir fuera de la Escuela Superior y dentro de la realidad abierta y cambiante del mundo universitario. Era un alivio ya no estar con la misma gente con quien estudié desde preescolar en el Perpetuo. En mi caso, para la universidad, yo seguí viviendo con mis padres en Miramar. Rómulo era de Mayagüez así que se hospedaba en los altos de una tienda de libros en Río Piedras. Fue por eso que, sin mucha complicación, con Irene y Cybelle, me convertí en casi guía turística de San Juan para Rómulo y algunos de sus amigos… sin ninguna intención de acaparar su vida pero sí con la alegría de estar en su lista de mensajes de texto más recientes diariamente.
Pero como todo, para el último año que pasé en la universidad ya se iba notando el desvanecimiento tenue de la intensidad de nuestra interacción como grupo. Lo entendimos como algo normal. No era lo mismo la falta de complicaciones del primer año versus las seriedades de esas clases finales y crisis existenciales que vinieron a la par con esas clases finales. Irene y yo fuimos las primeras en graduarnos. Cybelle decidió extenderse tres semestres más porque le surgió una oportunidad de hacer intercambio en Barcelona. Rómulo estuvo el cuarto año en un programa de internado en NYU y desde ese entonces comenzamos a verle solamente alguna que otra noche de cada Navidad cuando huía a la Isla por causa del frío y por el cargo de conciencia que le provocaba a conciencia su madre. En fin, nunca hubo una discusión en voz alta al respecto pero, era palpable que nuestro grupito se había distanciado luego de ese primer año siendo inseparables, aunque el amor siempre siguió siendo el mismo. La última vez que nos vimos oficialmente los cuatro fue una noche de galería en el Viejo San Juan. Nos encontramos en La Taberna Lúpulo y casi no pudimos ni hablar porque había demasiada gente borracha y alegre.
⸺Te quiero siempre.
⸺Yo a ti.
YINQ©
Texto y Fotografías © YINQ
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Visita la primera parte de esta historia: http://www.elvalsdelatarde.com/2021/03/los-labios-de-romulo-no-son-almohadas.html