La historia del hombre que me habló de las manzanas verdes por primera vez

Hay cierto romance en las frutas.  ¿Cómo negar que entrar a un supermercado y verlas frescas y pacientes nos lleva a quererlas más?  Yo nunca había pensado en las frutas antes de coincidir con Cedieu.  Conocerlo tenía que pasar.  Así como pasa la cuchara que agita el azúcar en el fondo de la taza de café.  Así como la copa que sostiene al agua con hielo y pedazos de albaricoque y limón.  Así como inevitablemente pasa esta tinta que visita la página cuando la inspiración se siente como un rayo.  La diferencia de vida entre Cedieu y yo era justa y necesaria.  Sí.  Igual que cualquier cuchara también espera paciente en el descanso del plato de la vajilla hasta que el paladar pide más… así siento que esperaba la vida de Cedieu por la mía y la mía, por mi parte, esperaba la suya.  De otro modo, sin la diferencia, no existiría esta tarde en Coquimbo. 

¿Cuándo fue la última vez que compró una fruta?

Eso fue lo que me preguntó Cedieu cuando me pasó a recoger por primera vez en su servicio de transporte prefijado por cita.  Yo necesitaba ir al aeropuerto.  Él necesitaba hablar de las frutas.  Él vestía todo color noche.  Sus ojos igual.  Su piel era color malta dulce.  Su Mercedes Benz era viejo pero elegante por lo que me sentí extremadamente importante al verlo detenerse frente a mi edificio.  Luego, al sentarme ya adentro, me sentí como si fuera de camino a mi primer discurso como primera ministra, valga la redundancia intencionada. 

―¿Cómo va su día?me preguntó mientras ajustaba el ángulo del retrovisor.

―Pues ya usted se imaginará.  Ir al aeropuerto siempre requiere mucho.  No le niego que me siento cansada.  ¿Y a usted?  ¿Cómo le va todo hoy?

―Yo todo lo resuelvo con el calendario de las frutas.  Si me lo permite, le pregunto con mucho respeto señorita, ¿cuándo fue la última vez que compró una fruta?

 

9 de abril

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Texto y Foto de YINQ©