y como tres fuegos encendidos

cuando miro afuera, está la ciudad.  y ya, al fin, cuando miro adentro, también.  aquí están los rascacielos, los puentes, las canciones newyorkinas, las luminarias en nombre de los que ya no están.  miro afuera y esa postal que siempre pegué en mi nevera es una realidad.

sí, nueva york siempre fue una postal pegada con imán a la nevera. adornaba una que otra esquina con alguna memoria comprada de la ciudad de taxis y sueños.  y a estas alturas reconozco que nueva york ahora ya está en mí.

me costó tanto llegar a este inicio en la vida.  justo dos semanas antes de que comenzara la crisis del virus al fin había comenzado a perderme en la ciudad.  llegué hasta a sentir un poco la sensación de entrega total que caracteriza tanto a mi peregrinaje por las calles del viejo san juan.

hoy, mientras escribo esto, pasan tantas cosas, tantas cosas afuera y adentro.

las luminarias de las que hablo se han vuelto pocas con los días.  al parecer un vecino del edificio de al frente falleció por el virus.  y con los días, sus camaradas han ido recuperando sus velas.  hoy va quedando sólo un ramo fresco de flores y como tres fuegos encendidos.  y esto me lleva a preguntarme, ¿le habré visto yo alguna vez?,  ¿me habrá escuchado cantar alguna vez ese vecino que ya no está?  en septiembre, recuerdo, comencé a inundar los fines de semana de canciones y solía imaginar que los vecinos a los que notaba a veces a través de las ventanas a medio abrir eran mis invitados de concierto.  y ahora que lo pienso, ahora, vuelvo a preguntarme: ¿lo habré visto alguna vez?, ¿me habrá visto? , ¿cuál habrá sido su último pensamiento, su última imagen del mundo?

esta mañana, mientras pensaba en la vida, decidí darme una vuelta por la mente de mi poeta favorito: Rainer Maria Rilke.  y estas palabras me devuelven la fe mientras las leo ya de tarde:


"This most of all: ask yourself in the most silent hour of your night: must I write? Dig into yourself for a deep answer. And if this answer rings out in assent, if you meet this solemn question with a strong, simple “I must,” then build your life in accordance with this necessity; your whole life, even into its humblest and most indifferent hour, must become a sign and witness to this impulse. Then come close to Nature. Then, as if no one had ever tried before, try to say what you see and feel and love and lose...

...Describe your sorrows and desires, the thoughts that pass through your mind and your belief in some kind of beauty - describe all these with heartfelt, silent, humble sincerity and, when you express yourself, use the Things around you, the images from your dreams, and the objects that you remember. If your everyday life seems poor, don’t blame it; blame yourself; admit to yourself that you are not enough of a poet to call forth its riches; because for the creator there is not poverty and no poor, indifferent place. And even if you found yourself in some prison, whose walls let in none of the world’s sounds – wouldn’t you still have your childhood, that jewel beyond all price, that treasure house of memories? Turn your attentions to it. Try to raise up the sunken feelings of this enormous past; your personality will grow stronger, your solitude will expand and become a place where you can live in the twilight, where the noise of other people passes by, far in the distance. - And if out of this turning-within, out of this immersion in your own world, poems come, then you will not think of asking anyone whether they are good or not. Nor will you try to interest magazines in these works: for you will see them as your dear natural possession, a piece of your life, a voice from it. A work of art is good if it has arisen out of necessity. That is the only way one can judge it.” 
Rainer Maria Rilke

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YINQ©


 

Texto y Fotografías © YINQ