Todavía recuerdo un conjunto de afirmaciones que escuché alguna vez en salones llenos de tiempo y curiosidad. Era quizás el año 2007, quizás el 2008… En fin, que la fecha no es importante. La cosa es que, desde siempre, desde incluso antes de esos años, mientras me fui forjando una identidad sin darme cuenta… solía ser la estudiante callada del salón. La que esperaba a que se acabara la clase para ir a buscar en Internet las respuestas a las preguntas que no me atrevía a decir en alto. Quizás era ansiedad social. Pero no me hace mucho sentido esa idea todavía tomando en cuenta que desde el Kindergarten solía ser la maestra de ceremonia asignada para los eventitos sociales de aquel entonces y, si no la maestra de ceremonia, la bailarina, la cantante, la estudiante galardonada de honor. OK. Hasta ahora suena como si solo quisiera hablar de mí. Pero no, si esperas lo suficiente te prometo que de quien hablo es de nosotros, de ti y de mí.
Recuerdo, eso sí, tan claramente mi graduación de primer grado. Me vistieron de española con un traje de lunares azules y unos volantes que asemejaban abanicos abiertos. Mi compañerito llevaba un mini tuxedo negro con una cinta azul royal bordeando su cintura. Luego, en ese transitar de la escuela elemental, llegó el tiempo de transformarme de bailaora de flamenco hasta convertirme en la “nena nueva” por las múltiples mudanzas de mi familia a través de los diversos esfuerzos por alcanzar una estabilidad económica. Mientras más “nena nueva” era, más callada me convertía en el salón de clases y, a su vez, más grandes mis habilidades artísticas para compensar el silencio. Y no fue hasta el quinto grado que comenzó entonces, con todo y mi identidad de “nena nueva” una vez más, las ganas de escribir. Así surgió mi primer intento editorial. Creé un periódico estudiantil en Microsoft Word. Lo titulé "Algarete". Definitivamente, al enterarse de la infantil revolución, al director de la escuela no le gustó mucho. Mostró especial resistencia al título. Luegode una conversación entre adultos (osea mi madre abogando por mis intentos de arte)... me permitieron madurar el "Algarete" hasta convertirse en "Conex-Escuélate". Luego, ese proyecto transmutó hasta convertirse en "Nerd Writers". Un tipo de newsletter que intentaba crear una forma de cercanía, de compañerismo. Me doy cuenta de eso ahora mismo, mientras lo escribo, y se me crece el corazón al ver mis grandes sueños e intentos de pertenecer, de ser parte de algo… siendo tan joven.
Si le doy un poco pa’lante a la narrativa llega así el tiempo de escuela superior. Allí me convertí en la creadora del club de teatro y música. El nombre surgió sin mucho titubeo: Club TEAMUS. Recuerdo las horas incontables creando la lista de camisetas a ser bordadas con el logo que creé también en Microsoft Word (mi fiel aliado). Y entonces de todo eso vuelo hasta la universidad, a esos años a los que hago referencia en el inicio de este ensayo.
Comencé a
callar más. Comencé a abandonarme más en
cuanto al rol de estudiante dentro del salón.
Las palabras existían, las preguntas existían, pero no así la conducta
de hacerlas concretas en el mundo. Sólo existían
en mi interior. ¿No te ha pasado eso? ¿No
te ha pasado que de repente te detienes y te das cuenta de que en algún lugar
has dejado botado ese cúmulo de chispa que te caracteriza? ¿No te ha pasado que
no entiendes nisiquiera el por qué?
Y entonces,
como siempre ocurre, la vida me forzó a hablar dos veces de forma contundente, me hizo distanciarme de mi silencio elegido. Una a través de un ensayo crítico para la
clase de ciencias sociales general (CISO) y la otra a través de la pregunta a viva
voz sobre cuál iba a ser mi tema de investigación cualitativa para la clase de psicología
investigativa. De repente, de nada ya servía
el arte o mi experiencia como líder creada por todos esos años, o al menos eso
pensé… Necesitaba pensar, pensar, pensar. Mi desempeño iba a ser contrastado
con el de mis peers. Necesitaba
plantar bandera de alguna forma. Y así
fue. Así fue como comenzó en realidad la
creación de mi identidad. Escuché de los
labios del profesor de psicología unas palabras poderosas como respuesta a mi propuesta de investigación: “Tú
eres una estudiante muy callada, pero, wow, cuando hablas lo haces con tanta fuerza. Te felicito.” Me sonrojé y no hice más. Luego, en cuanto al ensayo crítico de la otra
clase, el profesor dijo en alto, antes de entregar mi ensayo corregido: “Debo decir que este fue el mejor ensayo de todos”.
Mi corazón brillaba tanto, mi risa se me desbordó. Siento que floté toda la tarde al salir por
ese pasillo oscuro y viejo de la facultad.
Fui realmente feliz. Recibir el reflejo de mi esfuerzo callado fue tan liberador al fin. Era como si empezara a reconocer mi propio poder.
Ok. ¿Y qué tiene que ver todo esto contigo? Fácil: QUIERO QUE LO LOGRES.
Quiero que lo logres.
Quiero que te veas.
Quiero que te sientas.
Quiero
que
lo logres.
Quiero que hagas nacer
palabras en ti.
Quiero que no tengas tanto miedo.
Quiero que te des cuenta de que mereces
este
espacio.
Quiero que, aunque tengas una lista larga de errores, te desvistas
de todo ello.
Quiero que entiendas que eres
posible.
Quiero que notes que todas las palabras que necesitas escuchar pueden salir de ti.
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Con amor,
YINQ
31 de mayo de 2021
Foto y Texto ©
posdata.