Escribir lo suficiente como para poder viajar a este día, cuando pase un año (o dos, o tres). Mirar a este día lo suficiente como para no perder no sólo detalles... tampoco lo grande en lo que habita. Respirar lo suficiente como para que no se me escurran los pensamientos. Imaginar lo suficiente como para que las guerras no sean lo único accesible. Sentir lo suficiente como para saber que este día tranquilo de enero no vuelve. Y ser feliz. Y cerrar los ojos. Y creer, sin preguntas, que todo es posible.